El tema de la confianza
es algo que da para mucho. En primer lugar no podemos exigir que la audiencia
confíe en nosotros cuando nosotros mismos, dentro del sector, de nuestro mundo,
de eso que se supone que amamos, estamos todos con el hacha de guerra fuera. El
periodismo, como ya he comentado en otras ocasiones no tiene la categoría de
ser una profesión bien valorada por el resto del mundo profesional, pero es
peor aún si esa imagen que damos es porque no existe entre todos nosotros, los
periodistas, una actitud comprometida y en la que estemos unidos para luchar
por aquello a lo que nos dedicamos, en principio debería dar igual bajo qué
color pensemos, es decir, cada uno tiene su propia ideología, eso es respetable
y normal pero ¿no somos capaces de dejarla en un margen para poder colaborar todos los periodistas como si fuésemos un único
equipo?
A veces me da la
sensación de que cuando acabe la carrera, o incluso ya mismo, voy a meterme en
una leonera en la que si no comes te comen. No nos damos cuenta de que todos
nos estamos dedicando a lo mismo y por eso, deberíamos luchar como auténticos
leones, sí, pero no contra nosotros mismos, sino con todo aquel que se empeñe
en menospreciar nuestra profesión. Cuando nuestra marca, lo que nos representa
a todos como periodistas, este mejor vista, entonces será el momento de
recuperar esa confianza que los consumidores han ido perdiendo poco a poco.
Con respecto al gran
número de periodistas parados que hay en España solo se me ocurren dos causas.
Quizá, antes de la crisis, había gente incompetente con un gran puesto de
trabajo y del que ahora se ha prescindido o quizá, simplemente los directivos
pensaron en su momento que prescindir de periodistas no iba a suponer ningún
riesgo. A los hechos me remito, la ciudadanía le da un 5,16 en confianza a los
medios de comunicación y esto no tiene otro porqué que la baja calidad del
periodismo que estamos consumiendo, desde el comienzo de la crisis en 2008.
Finalmente, me
gustaría, como es lógico, que la situación estuviese mejor cuando fuese el
momento de salir al mundo laboral, pero para eso ya no queda casi nada y los
avances son lentos; aunque todo tiene un lado positivo… ¿O acaso el peligro no
agudiza el ingenio?
Carmen María Navarro López
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