lunes, 3 de febrero de 2014

Nosotros, los leones

El tema de la confianza es algo que da para mucho. En primer lugar no podemos exigir que la audiencia confíe en nosotros cuando nosotros mismos, dentro del sector, de nuestro mundo, de eso que se supone que amamos, estamos todos con el hacha de guerra fuera. El periodismo, como ya he comentado en otras ocasiones no tiene la categoría de ser una profesión bien valorada por el resto del mundo profesional, pero es peor aún si esa imagen que damos es porque no existe entre todos nosotros, los periodistas, una actitud comprometida y en la que estemos unidos para luchar por aquello a lo que nos dedicamos, en principio debería dar igual bajo qué color pensemos, es decir, cada uno tiene su propia ideología, eso es respetable y normal pero ¿no somos capaces de dejarla en un  margen para poder colaborar todos  los periodistas como si fuésemos un único equipo?

A veces me da la sensación de que cuando acabe la carrera, o incluso ya mismo, voy a meterme en una leonera en la que si no comes te comen. No nos damos cuenta de que todos nos estamos dedicando a lo mismo y por eso, deberíamos luchar como auténticos leones, sí, pero no contra nosotros mismos, sino con todo aquel que se empeñe en menospreciar nuestra profesión. Cuando nuestra marca, lo que nos representa a todos como periodistas, este mejor vista, entonces será el momento de recuperar esa confianza que los consumidores han ido perdiendo poco a poco.
Con respecto al gran número de periodistas parados que hay en España solo se me ocurren dos causas. Quizá, antes de la crisis, había gente incompetente con un gran puesto de trabajo y del que ahora se ha prescindido o quizá, simplemente los directivos pensaron en su momento que prescindir de periodistas no iba a suponer ningún riesgo. A los hechos me remito, la ciudadanía le da un 5,16 en confianza a los medios de comunicación y esto no tiene otro porqué que la baja calidad del periodismo que estamos consumiendo, desde el comienzo de la crisis en 2008.

Finalmente, me gustaría, como es lógico, que la situación estuviese mejor cuando fuese el momento de salir al mundo laboral, pero para eso ya no queda casi nada y los avances son lentos; aunque todo tiene un lado positivo… ¿O acaso el peligro no agudiza el ingenio?

Carmen María Navarro López 

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